viernes, 11 de abril de 2008

Principal desafió: la integración


Josefina y sus compañeros de colegio.

Desde hace años que se habla de institutos que puedan educar desde la biodiversidad y que ellos sean los que se adapten a las necesidades de cada alumno que requiera educación especial o no.

Bibiana madre de cuatro hijos, Federico 17, Florencia 21, la creadora del blog de 23 y mi hermanita menor (Josefina) de 7 años que tiene Síndrome de Down. Desde su nacimiento siempre nuestra madre busco junto con mi padre integración a nivel educativo y social, para que ella pueda compartir sus actividades cotidianas con los demás chicos. Desde su educación inicial (jardín maternal) Josefina concurre a una escuela integrada, en donde a través de maestras integradoras y psicopedagogas concurre clases todos los días.
Pese a las leyes que hay en el marco de la discapacidad, no es tan simple que un colegio decida incluirlos. Mi mamá y la de Jose, Bibiana Torrecilla dijo que “Muchos colegios no están preparados, ni a nivel edilicio, ni tampoco docente”. La integración involucra a muchos aspectos educativos: la identificación de las necesidades y otros cuestiones “el principio fundamental de la escuela inclusiva es que todos los niños, siempre que sea posible, deben aprender juntos independientemente de sus dificultades o diferencias”, explicó Ana Pacheco, autora del libro: “Perspectivas y modos de escolarización de los niños con necesidades educativas especiales”.
Pese al paso de los años, todavía no hay legislaciones precisas con este tema o bien institutos privados y públicos que se adapten a los requerimientos de los alumnos.
“Josefina comenzó con estimulación desde los diez días y cuando tenia 3 años averiguamos un Jardín que se tiene integración, donde hizo hasta sala de cuatro”, explicó Bibiana. El tema de las obras sociales se relaciona mucho con esta problemática, ya que los niños que tiene algún tipo de cobertura no están amparados y muchas veces tiene que llegar a realizarle juicio a las mismas. Como es el caso de los papás de Jose, cuando I.O.S.E no les quiso cubrir la educación de su hija y tuvieron que recurrir al amparo judicial para que se cumpla la Ley Nº 22.431, ellos buscaron siempre que su hija vaya a un colegio integrado porque consideran de suma importancia que se relacione con otros chicos y que crezca en un ámbito común. Cuentan también que no tuvieron una buena experiencia en un colegio especial, llamado Saint Jean, ya que consideran que no brindaba educación, los niños no tenían un seguimiento especial. Ellos como tantos otros padres van a luchar siempre para que su hija siga integrada como una más, junto con una maestra que apoye y acompañe sus estudios.
Esto también abre la polémica de los colegios que muchas veces se ofrecen, que se consideran como preparados porque son especiales y los docentes tampoco están en condiciones de ayudar a personas con necesidades específicas. Las solicitudes son muy amplias y cada caso es una cuestión particular que tiene que ser tratada como tal.
Tanto los colegios públicos como los privados no están en su totalidad adaptándose a las necesidades precisas de los alumnos. Los padres de niños que necesitan este tiempo de colegios emprender un largo camino cada vez que sus hijos tienen que comenzar o cambiar de establecimiento. Las repuestas siempre son las mismas: que hay solo dos chicos por curso, que se aceptan chicos con discapacidades motoras pero que anticipan que no hay rampas. Como es el caso de Agustina de 5 años: “Llame a un colegio religioso del barrio de Villa Urquiza y la respuesta de su directora fue que nunca habían tenido un caso así, mi hija no tiene ningún retraso mental, solo físico. Y me dijeron que la lleve que probaban”, cuenta la mamá Mónica Gómez.
Al Hablar con los padres o familiares, la realidad sale rápido a la luz y por eso se habla de negligencia educativa. Los diferentes sectores no se ven representados en algo tan básico y elemental como es la educación. Teniendo muchas veces que explicar que un niño en estas condiciones no puede ser utilizado para pruebas, y trabajar sobre el problema, no evitarlo.
“Buscando escuelas te sentís sumamente discriminada. Ni siquiera conocen a la nena y no te dan ningún tipo de posibilidad porque no tienen vacantes o porque no están preparadas. Yo muchas veces salí llorando de las entrevistas”, comento Patricia Villar madre de Franco de 5 años con un retraso madurativo.
El año pasado, durante un periodo extendido se voto la nueva Ley de Educación, promovida por diferentes sectores y discutida por docentes de todo el país. A su vez se elaboro y modifico el artículo referente a la educación especial. En la misma se habla claramente de la inclusión educativa, amparando la ley en todos los casos que necesiten los alumnos.
Y esto no solo involucra a gente discapacitada, si no que también presupone una condición de grupos vulnerables, de distinta condición social, cultural, de género, de capacidades individuales u otros que han quedado excluidos de un sistema social y económico que ha logrado incluir a la mayoría de la población pero excluir a otra. Por eso muchas veces no es un problema tan masivo y este sector es muy reducido pero existe.
Sin embargo el Estado que es fundamental y el que más involucrado está en este tema, no tiene una fuerte presencia, ya que solo existen leyes que no se cumplen y soluciones a largo plazo. Por eso el papel central es del Estado y tiene que producirse una tarea pública con diferentes estrategias para que ser también enfrentada por toda la sociedad y todo lo que estos significa. Ahí se involucran todas las instituciones a nivel nacional para que realmente el cambio se logre.
Se dice que en el siglo pasado es cuando se comenzó el trabajo y que en este donde se va a buscar la inclusión total de niños – adultos con capacidades especiales, donde se buscara que las distintas escuelas se adapten a ellos, y que se logre una integridad total, no parcial. Para que a partir de este cambio todos sean incluidos y se viva en una sociedad más justa.

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